Estas dos imágenes de Júpiter fueron obtenidas en la región espectral de 2.3 micras (correspondiente a un «color infrarrojo, no visible» donde el gas metano absorbe casi toda la radiación que le llega). Naturalmente, necesitamos una cámara especial, sensible solo al infrarrojo, que se llamaba MAGIC, acoplada al telescopio de 3.5m de Calar Alto, el segundo más grande de Europa.
Empleando esta técnica, detectamos, desde Calar Alto, el primer impacto de la sucesión de fragmentos en que se había divido el cometa Shoemaker-Levy 9 antes de chocar contra Júpiter y posteriormente detectamos el resto de impactos observables desde Calar Alto. En la imagen de la izquierda vemos a Júpiter antes de producirse la primera colisión (la del fragmento denominado «A»), y en la derecha lo vemos en el momento de máximo brillo del suceso. Tanto el método que empleamos, como la detección en sí fueron comunicados a la comunidad científica casi simultáneamente a estar produciéndose, a través de la red internet.
Además de detectar los impactos, se realizaron interesantes investigaciones al respecto de:
Para obtener este tipo de imágenes, se utilizaron dispositivos de carga acoplada (o también llamados dispositivos CCD) que son mucho más sensibles que el ojo humano y que la mejor de las películas fotográficas. Estos dispositivos ya son comunes en muchas cámaras fotográficas digitales, si bien la mayoría de ellas van equipadas con otro tipo de sensores, denominados CMOS, que hoy por hoy siguen siendo menos sensibles que los CCD, pero en el futuro puede que no sea así. Los sensores CCD los venimos usando en la Astronomía profesional desde finales de los años 80 (poco después de su uso militar), y han de ser refrigerados a la temperatura del nitrógeno líquido (unos -133 grados) con objeto de que funcionen adecuadamente para fines astronómicos.
Además de CCD, se requiere el uso de filtros interferenciales de calidad de imagen, para que se puedan seleccionar las longitudes de onda que nos interesan. Por ejemplo, la longitud de onda de 8920 Angstroms corresponde a una región del espectro infrarrojo cercano, donde el gas CH4 (metano) absorbe casi toda la luz que le llega. Los filtros interferenciales usados tienen una anchura a media altura de unos 50 Angstroms, lo que significa que sólo dejan pasar la luz que está comprendida entre 8895 y 8945 Angstroms.
Además de todos estos aparatos, se necesita un buen telescopio situado en un lugar donde la turbulencia atmosférica no afecte negativamente a la captación de imágenes. Normalmente estos lugares se encuentran en la alta montaña, y lógicamente han de tener un buen número de noches despejadas de nubes. Esos criterios se cumplen bastante bien en el observatorio de Calar Alto, Almería, desde donde han sido tomadas estas imágenes.
Estas imágenes han de ser cuidadosamente calibradas en un proceso complejo.
Júpiter visto en la longitud de onda de 8920 Angstroms, en Febrero de 1992, desde el telescopio 1.5m de Calar Alto. La barra de escala representa la reflectividad según los tonos. Las zonas más brillantes corresponden a una reflectividad absoluta de alrededor de 0.14 (en otras palabras, Júpiter devueve hacia el observador como máximo un 14% de la luz que recibe de sol en esta longitud de onda. Aquí se reproduce una imagen con baja calidad, tan solo con propósitos ilustrativos en esta web. Para el uso de estas imágenes se requiere consentimiento del IAA.
Saturno visto en Julio de 1991 en tres longitudes de onda distintas, a saber:
Como se observa en la imagen central, la presencia de metano en la atmósfera de Saturno hace que el planeta en sí no se vea, pues el gas metano absorbe prácticamente toda la luz que le llega en esta longitud de onda, mientras que los anillos (que no contienen metano) brillan normalmente.
Estas imágenes fueron tomadas en 1991, desde el telescopio 1.5m de Calar Alto. Son imágenes mostradas aquí son versiones con propósitos meramente ilustrativos y son versiones de escaso detalle (baja resolución). Para el uso de estas imágenes se requiere consentimiento del IAA.